Valores, Ètica, Ciudadanía

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"Nada puedes enseñarle a un hombre, sólo puedes ayudarlo a que lo descubra dentro de si mismo". Galileo Galilei

Especialista en Valores Ciudadanos. Facilitadora de Alto Impacto Genética del Cambio.Open Space

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Especialista en Educaciòn en Valores Ciudadanos Universidad Catòlica Andrès Bello Caracas-Venezuela

miércoles, 9 de octubre de 2013

La gratitud es un valor humano de convivencia
Aprendamos a decir: ¡Gracias!

“Desarrolla una actitud de gratitud, da gracias por todo lo que te sucede, sabiendo que cada paso que das te va a llevar a lograr algo mejor”

Es importante y muy cálido en las relaciones humanas responder con agradecimiento a un saludo amable de “¡Buenos días!” y decir “Gracias”. Esta es una palabra que abre puertas y acerca a las personas para convivir en paz. Cuando decimos: “¡Gracias!”, no sólo estamos demostrando buenos modales, estamos reconociendo el mérito de la otra persona al prestarnos un servicio del que somos beneficiarios y estamos satisfechos.
Al darle las gracias a un trabajador en su puesto de trabajo, agradecemos la prestación de un servicio. Estamos valorando a la persona y el trabajo que realiza a favor del usuario y de la comunidad. Muchas veces nos quedamos con la idea de que es su trabajo y debe hacerlo bien, entonces se nos olvida agradecerle porque fue eficiente y reconocer su buen desempeño.
El dar y recibir está dentro de toda relación de convivencia humana. Comprender que la gratitud debe estar presente en nuestras acciones es importante.
Educar a nuestros hijos en la gratitud
Comience a enseñar a edad temprana los buenos modales a su niño o niña. Como adulto usted siempre es el modelo, el ejemplo a seguir. Cuando el pequeño oye al padre o a un familiar dar las “gracias” a otra persona, recibe una lección de vida. No hay nada que forme más que el buen ejemplo. Es tarea de todos formar a niños y jóvenes en el valor de la gratitud.
Una excelente oportunidad de practicar la gratitud con su hijo es dándole las gracias. Cuando ha ordenado su cuarto después de jugar o cuando ha hecho las tareas en la hora que han acordado, por ejemplo. Se entiende que muchas de las tareas hechas en casa y el colegio son parte de las obligaciones que debe realizar en el día. Pero cuando usted le agradece, está reforzando conductas deseables. Ese: “Gracias, hijo” puede ser por su buena disposición a colaborar; por ser respetuoso, responsable, amable con los demás.
Servir con amor
En las relaciones familiares existen momentos y motivos para agradecer, a veces nos olvidamos que atender una llamada, estar pendiente de dar un mensaje, participar en las actividades hogareñas, ayudar al hermano en una tarea, servir un vaso de agua, merecen un reconocimiento de gratitud. Dar las gracias oportunamente, hace que la convivencia se dé con aprecio hacia el otro, se estimule la amabilidad y el servicio.Cuántos de nosotros no hemos oído a nuestros niños y jóvenes protestar y decirle al otro: “Yo no soy tu servicio… ¡sírvete tú!”. Actitudes como estas revelan que nuestros muchachos no entienden el servicio y lo asumen como un servilismo al otro. No lo practican como una prestación de servicio como tal, con la cual pueden ayudar o colaborar desinteresadamente, sin que sea un beneficio personal el que esté en juego.
Cadena de favores…
Cuando educamos a un niño en el valor de la gratitud, nace en él la necesidad como persona de emprender acciones desinteresadas en el dar y una actitud en el agradecer al recibir. Aprende a compartir y reconocer el bien que puede hacer por los demás y que otros pueden hacer por él. Dentro de la socialización natural en la casa, el colegio, la comunidad, nuestros niños y jóvenes pueden desarrollar relaciones humanas solidarias a través de toda su vida, que lo van a ir formando como persona integral con valores y gratitud.
No nos damos cuenta, pero a través de toda nuestra vida somos parte de “Cadenas de favores” que se dan de forma espontánea y desinteresada. Ayudamos a alguien sin conocerlo, y al tiempo nos vemos ante una necesidad o requerimiento donde aparece la persona que viene en nuestro auxilio, nos tiende la mano sin tener una relación o conocimiento de quienes somos. Sin darnos cuenta hemos dado de manera altruista a otro y por caminos que desconocemos recibimos solidaridad.
Reconocer al prójimo como a ti mismo
Cuando reconocemos a la otra persona como un igual, respetamos su dignidad humana y queremos ayudarla sin interés, deseamos que sea merecedora de felicidad igual que nosotros.
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento del otro. No consiste, necesariamente, en “pagar favor” con otro igual, sino en mostrar el agradecimiento con un sencillo “Gracias”, como también ser capaz de guardar en la memoria esos actos de generosidad de otros, y encontrar el momento u oportunidad para devolver con acciones de amor ese agradecimiento.
Si es persona de fe, encontrará motivos para agradecer a Dios por todas sus bendiciones, la más bella e importante: la vida. Más que centrarse en la utilidad práctica de lo recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo y de cómo podemos devolver a otros. El fin último de todas nuestras acciones de gratitud es la humanidad. Lograr un mundo y un país donde sea posible convivir en paz.
Una manera de devolver nuestra gratitud a otros es…
·        Valorar lo que se recibe
·        Admitir que necesitamos a los demás
·        Reconocer las obras, lo que hacen otros por el bien común
·        Incluir en nuestro lenguaje expresiones de agradecimiento como: ¡Gracias!
·        Aceptar que muchas de las cosas buenas que tenemos se lo debemos a que otras personas nos han dado: amor, valores, fe, protección, cuidados, talento, sabiduría

El agradecimiento es la memoria del corazón